martes, 4 de agosto de 2009

Copacabana



Nada dulce
tus miradas fueron.
Una carencia enigmática
de abrazos y sonrisas.

Aquel tiempo de la inocencia,
se fumó.

El cariño siempre condicionado
y vertido en tu cocktail rosa.

Antes una chiquilla con buen cuerpo,
hoy solo las gemelas necesitas
para la absoluta perfección.

Nunca he tenido el coraje
de contarte que tan rápido
conducías mi corazón
ni que tan roto quedó.

A duras penas te enterre
ahí en lo profundo de mis historias
vicios y escritos.

Sosteniendo aquel trago rosa
sonriente, mojada y quemada
me habría gustado, que no me hubieras gustado.