sábado, 12 de junio de 2010

El Otro.


Honestidad la más cerca del cero,
Un burlón de los sentimientos,
Frío calculador maquiavélico,
ilusionista por naturaleza.

Da menos y recibe todo,
con cariño condicionado
a la apertura de la gruta.

Reservado y oculto,
no sale a la luz.
Si no lo buscan, no busca.
De mente cubica,
las cosas son las mismas
que el antaño le enseñó.

Te mueve el esqueleto
es como una aventura interminable
impredecible e inconstante.

Te sube y te baja
te estruja y aprieta
te tira y te recoge
así como a toda muñeca de trapos postmoderna.

La indignación de su trato
te irradia una cierta felicidad.
No existes como princesa,
mucho menos como reina.

Revolcarte en la miseria
parecería fascinación.
Te quejas y te quejas
de no poder vivir
de serte hipócrita por no poder ser.

Sin embargo le das el todo,
le das demás.
Con neurótica impaciencia
siempre detrás de él,
en escenas de autonegación y ceguera
y así no sentir dolor por el tiempo perdido.

Historias de desolación reposan
en estos huesudos hombros de consolación.
Mientras soy solo el narrador
de tu lúgubre y melancólica realidad,
siendo el Marcos, Daniel, Pedro, Miguel, Antonio,
deseoso de ser el otro.