
Sentado en la barra
a los lejos veo mi reflejo
así, todo demacrado y agotado.
Es muy fácil sentir el bullicio
a mis espaldas.
El calor azota
y el sofoque prosigue su ejecución.
Mientras aprecio el vaso
pienso en tí,
fruta silvestre del bosque.
Otro más,
y me encuentro frente
a la masa negra que en el día
le llaman playa.
En el horizonte
restos de un naufragio
se iluminan por la luz
irradiante de la luna,
varada a lo largo del firmamento.
Ahí, entonces,
pienso en tí
fruta silvestre del bosque.